El constructo de fluidez lectora
El National Reading Panel (2000), en su clásico metaanálisis, define la fluidez lectora como la capacidad de leer de forma precisa, automatizada y con prosodia o expresividad un texto conectado. La fluidez lectora se ha medido tradicionalmente mediante el número de palabras leídas correctamente por minuto (Hudson et al., 2022). La fluidez al leer es importante, ya que, desde la enseñanza elemental, ha demostrado ser un fuerte predictor de la comprensión lectora (Fuchs y Fuchs, 1992). Hudson et al. (2022) indican que una mala fluidez lectora es parecida a la fiebre: nos indica que hay algo mal, pero no nos dice a ciencia cierta cuál es la causa que está detrás del problema. Por ello, conviene entender sus componentes.
Precisión
Para poder leer de forma fluida, los niños necesitan haber aprendido correctamente las relaciones entre letras y sonidos, así como ser capaces de conectar unos sonidos con otros de forma correcta al decodificar (Ehri, 2020). Aquellos niños que tienen dificultades en lo anterior no pueden alcanzar una buena fluidez lectora. Los niños con dislexia, por ejemplo, suelen tener dificultades en esta habilidad esencial (Fletcher et al., 2018). Estos niños necesitan intervenciones que evalúen las correspondencias entre letras y sonidos no adquiridas y que, más tarde, las enseñen explícitamente, introduciendo conciencia fonémica, decodificación de palabras largas y transferencia a la lectura de texto conectado.
Automaticidad
La automaticidad es otro componente clave en la fluidez lectora. Esta, como su nombre indica, se relaciona con la habilidad de los niños para leer las palabras de forma automatizada y sin esfuerzo consciente (Hudson et al., 2022). De hecho, cuando los niños logran reconocer las palabras de manera automática y sin esfuerzo, se liberan recursos cognitivos que pueden destinar a la comprensión del texto (Kuhn et al., 2010). Algunos niños decodifican de forma precisa, pero no terminan de automatizar el reconocimiento de las palabras escritas (Hudson et al., 2022). Estos niños pueden beneficiarse de intervenciones específicas para mejorar su fluidez lectora, como las lecturas repetidas, las cuales abordaremos posteriormente.
Prosodia
El tercer componente de la fluidez lectora es la prosodia. Kuhn et al. (2010) la definen la como la capacidad de leer un texto con una expresividad y una entonación adecuadas. Estos investigadores defienden que la prosodia se compone de habilidades, como identificar correctamente la sílaba tónica de las palabras, leer las frases con la entonación apropiada y realizar pausas adecuadas entre las oraciones. Los datos indican que existe una relación bidireccional entre la prosodia y la comprensión lectora: mejorar la comprensión favorece el desarrollo de la prosodia y, especialmente en textos largos, una buena prosodia contribuye a mejorar la comprensión (Benjamin y Schaweneflugel, 2010). Aunque menos conocidas, existen evaluaciones e intervenciones específicas destinadas a desarrollar la prosodia (Hudson et al., 2022).
La importancia del lenguaje
Duke y Cartwright (2021), en su modelo activo de lectura, señalan que existen una serie de habilidades puente que contribuyen tanto a la comprensión del lenguaje como al reconocimiento automatizado de las palabras escritas. Contar con un buen vocabulario, un acceso léxico eficiente y conocimiento de los morfemas del idioma puede facilitar el reconocimiento automatizado de las palabras escritas y, por tanto, contribuir a la fluidez lectora.
Lecturas repetidas (I)
Ayudar a aquellos niños que alcanzan niveles adecuados de precisión al decodificar, pero que aún leen de forma lenta y poco automatizada no es sencillo. Aunque no están exentas de un cierto debate, hay consenso en que la intervención que cuenta con mayor evidencia científica para mejorar la fluidez lectora es la de lecturas repetidas (Hudson et al., 2022). En esta intervención, los niños leen de forma repetida un mismo texto tras un modelado de este por parte del profesional. Los niños tratan de alcanzar objetivos específicos y los profesionales ofrecen correcciones sistemáticas enfocadas tanto en la precisión como a la prosodia. Es necesario remarcar que estas intervenciones no están indicadas si los niños aun tienen errores al decodificar las palabras escritas.
Las lecturas repetidas han demostrado mejoras en la fluidez que se transfieren a textos no trabajados. Varios metaanálisis así lo indican. Therrien et al. (2004) encontraron un tamaño de efecto alto (0.79) para niños con dificultades de aprendizaje. Por su parte, el tamaño de efecto encontrado por Lee y Yoon (2017) también fue alto (1.63). Parece que introducir un modelado previo por parte de los profesionales, realizar entre 3 y 5 repeticiones, ofrecer revisiones sistemáticas y establecer objetivos concretos para que los niños trabajen son prácticas habituales en la mayoría de las intervenciones exitosas. En la imagen siguiente es posible observar un procedimiento sencillo de lecturas repetidas.
Un debate
Muchos niños con dislexia, por ejemplo, terminan leyendo de forma precisa, pero mantienen una fluidez muy pobre. Surge la duda de si aun es conveniente introducir para ellos intervenciones clásicas centradas en la decodificación. Estas incorporan conciencia fonémica, enseñanza de las correspondencias entre letras y sonidos, y lectura de palabras. Otra opción sería aplicar con estos niños, únicamente, intervenciones centradas en la fluidez, como las lecturas repetidas de texto conectado. Sin embargo, cabe la posibilidad de que las intervenciones clásicas, incluso cuando no hay errores, sigan ayudando a estos niños a automatizar las relaciones entre letras y sonidos y a ganar fluidez en la lectura. Algunos estudios recientes han demostrado que esto es posible, por lo que el debate sigue abierto (Metsala y David, 2021).
Referencias
Hudson, R. F., Anderson, E. M., McGraw, M., Ray, R. y Wilhelm, A. (2022). Structured Literacy Interventions for Reading Fluency. Structured Literacy Interventions: Teaching Students with Reading Difficulties, Grades K-6, 95.
Comentarios
Publicar un comentario