Agrupamientos, intensidad, dosis, frecuencia de la dosis y tipo de intervención aplicada: barreras para intervenir con niños con Trastorno de los Sonidos del Habla

Suele hablarse de Trastorno de los Sonidos del Habla (TSH) de tipo “funcional” para definir a aquellos niños que tienen dificultades para producir los sonidos del habla que no se deben a daño neurológico, pérdida auditiva o a aspectos estructurales. Atender a estos niños es importante, ya que sus problemas para mostrar un habla inteligible interfieren en la alfabetización (Farquharson, 2019) y menoscaban su desarrollo social  (McCormack et al., 2011). Sin embargo, sus problemas son muy heterogéneos, su atención debe ser muy específica y ayudarlos no siempre es sencillo. Algunos trabajos vienen denunciando que, al menos en el ámbito anglosajón, la atención profesional a este grupo de niños en riesgo no siempre es la deseable. Resulta interesante conocerlos.


Agrupamientos (1): problemas con la validez

En un estudio muy conocido, Mullen y Scholing (2010) reportan que el 81,7% de los niños con TSH que recibe intervención en las escuelas lo hace en grupos de dos a seis niños. Esto no es de extrañar, ya que los profesionales especializados en lenguaje y habla en los colegios anglosajones (los llamados Speech-Language Therapist) atienden a una media de 50 alumnos en su jornada laboral (ASHA, 2022). Esto puede conllevar varios problemas. Uno de ellos en palabras de Farquharson et al. (2023) es el siguiente: “la mayoría de las intervenciones en TSH se han validado con niños de forma individualizada, lo que limita la validez de su aplicación en grupo en el contexto educativo”.

Agrupamientos (2): problemas de la heterogeneidad del TSH

Otro problema potencial deriva de que los problemas en habla son muy heterogéneos. Siguiendo a Dodd et al. (2018) algunos niños muestran errores específicos de corte fonológico (realizan frontalizaciones o reducen los grupos consonánticos), otros tienen problemas para aprender los movimientos motores finos para producir un determinado sonido (como los rotacismos) y otros muestran un habla inconsistente y altamente ininteligible como los niños con trastorno fonológico inconsistente. Las revisiones especializadas reportan que cada uno de estos problemas precisa de una aproximación específica, es decir, que no es similar en todos los casos y que difiere de un niño a otro (Baker et al., 2018).

Agrupamientos (3): problemas con la dosis

En el ámbito anglosajón se suele hablar de ”dosis” en la intervención en el Trastorno de los Sonidos del Habla para definir el número de producciones (intentos) que el niño hace por sesión. Parece que el número de intentos que el niño hace por sesión es muy importante y que está sólidamente correlacionado con la eficacia de la intervención (Rwachew y Matthews, 2019). En un artículo interesante, Farquharson et al. (2022) encontraron que, cada vez que se añadía un niño al grupo los niños emitían, de media, 13 intentos menos por sesión (un 19% menos). En otras palabras, aumentar los agrupamientos estaba negativamente relacionado con la dosis, un aspecto importante en la intervención (Allen, 2013).


Algunos datos sobre la dosis y la frecuencia de las sesiones

En una revisión sistemática muy interesante realizada por Sugden et al. (2018) se reportaba que, para los niños con TSH con errores de corte fonológico (la gran mayoría), se recomendaba implementar intervenciones que implicaran dos o tres sesiones a la semana, de unos 30 a 60 minutos por sesión y con un número de intentos (dosis) de entre 50 y 100 intentos por sesión. En una revisión llevada a cabo en el contexto clínico, Hegarty et al. (2018) encontraron que la gran mayoría de los profesionales no podía cumplir con este tipo de exigencias, que resultan muy demandantes para las familias y que, en servicios públicos, son difíciles de asumir con los recursos disponibles. 

Algunos datos sobre la preparación de los profesionales para implementar diversas intervenciones de calidad

Los niños con TSH difieren enormemente en la naturaleza de sus problemas (fonológicos, articulatorios, de percepción del habla, de programación motora, etc.), en la severidad de sus dificultades y en la edad a la que los presentan. Hay cerca de 40 intervenciones que, con cierto grado de validez, se hayan indicadas para distintos niños con TSH (Baker y McLeod, 2022). Sin embargo, Cabbage et al. (2022) encontraron que la gran mayoría de los Speech Language Therapist solo manejaban un número muy pequeño de intervenciones, como la intervención articulatoria clásica (aplicadas en un 33% de las sesiones) y los pares mínimos (13%  de las sesiones).


Conclusiones

Señalar un problema es siempre más sencillo que aportar una solución. Sin embargo, los niños con TSH son un grupo vulnerable, cuyas dificultades pueden conllevar problemas académicos y sociales. Aunque estos problemas se reportan desde el ámbito anglosajón, cualquiera en contacto con la realidad de nuestro país los reconoce en cierta medida en contextos más cercanos. En todo caso son interesantes. Algunos investigadores han tratado de buscar soluciones. Brosseau-Lapré y Greenwell (2019), por ejemplo, sugieren intervenciones individuales muy cortas (10/15 minutos) que lleguen rápidamente a los 50 intentos y se puedan aplicar en la escuela. Otros (Leafe et al. 2024) hablan de la posibilidad de introducir a la familia para aumentar la dosis. No creo que sea disparatado, en todo caso, decir que estos niños necesitan que se destinen más recursos para abordar sus problemas.



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