Leer con niños que tienen menos de dos años: prácticas fundamentadas desde la investigación (Valloton et al., 2023)

Se ha defendido que, ya a edades muy tempranas, los niños pueden beneficiarse de las interacciones en torno a los libros para aprender. Esto puede ocurrir incluso desde antes que empiecen a hablar. Se ha reportado que leer a los más pequeños puede tener beneficios en el desarrollo del vocabulario y el lenguaje expresivo (Dunst et al., 2012), la comprensión del lenguaje (Honing y Shing, 2001), el desarrollo social (Betawi, 2015). Recientemente, Valloton et al. (2023) escribieron un artículo de carácter divulgativo en el que enseñaban prácticas a las familias para que pudieran leer con niños de 0 a 3 años. Me centro en algunos consejos que dan para comenzar a leer con niños que aún no han aprendido a hablar.



1. Jugar con los sonidos del libro 

Parece que jugar con los sonidos del libro es una buena forma de atraer el interés de los más pequeños. Se ha descrito que las onomatopeyas representan el 20% de las primeras palabras que los niños producen (Laing, 2019). Por ello, Valloton et al. (2023) recomiendan a los adultos usar onomatopeyas (hacer los sonidos que hacen los animales), rimas (jugar con palabras que acaben en los mismos sonidos), aliteraciones (usar tu voz para llamar la atención sobre como empiezan palabras similares) o cantar trozos del cuento haciendo palmadas y siguiendo un ritmo. Jugar con los sonidos puede crear una buena base para, más adelante, facilitar el manejo de los sonidos de las letras. Dejo algunos ejemplos.




2. Hacer preguntas

Ya antes de hablar los niños pueden responder preguntas con miradas, gestos o acciones. Se ha reportado que el desarrollo de comunicación no verbal por parte de los niños facilita el posterior desarrollo de las habilidades lingüísticas (Muhinyia y Rowe, 2019). Para niños que aún no tienen lenguaje, preguntas cerradas como “¿Dónde está el barco?” o ”¿Cuál es la rana?” junto a preguntas abiertas como “¿Cuál te gusta más?”, “¿Qué cosas son rojas?” pueden ser apropiadas, ya que los niños pueden comenzar a responder señalando la respuesta en el libro. Parece que hacer preguntas es bueno, entre otras cosas, porque ayuda al desarrollo del lenguaje expresivo (Rowe et al., 2017). 

3. Nombrar y describir lo que aparece en el libro

Sabemos que nombrar los objetos que los niños ven o manipulan es una buena idea para que vayan adquiriendo vocabulario (Tamis-LeMonda et al., 2013). Parece muy buena idea que los adultos nombren de forma clara aquellos objetos a los que los niños atienden. Coger el dedo de los niños y nombrar los objetos que se van señalando puede ser también una buena idea. Además, describir los objetos que aparecen (la casa es grande, la pelota es roja) es otra buena recomendación. Sobre los colores, Valloton et al. (2023) recomiendan extrapolar los colores que aparecen en el libro a los que hay en el entorno del niño (esta manzana es roja como tú camiseta).

4. Ayudar a los niños a manejar el libro 

Mucho antes de que los niños adquieran los conceptos básicos sobre el texto (direccionalidad, el concepto de palabra, etc.) comienzan a interactuar con ellos explorándolos de forma visual y táctil. Enseñarlos cómo sostener los libros, modelarles cómo pasar las páginas y ayudarles a ello puede ser una buena idea. Valloton et al. (2023) indican que muchos currículos tempranos esperan que, para los 36 meses, los niños sean capaces de sujetar libros infantiles y pasar las páginas de forma fluida. Las primeras experiencias en casa relativas al uso de los libros pueden ayudar a los niños a esto. Además, que los niños manejen de forma básica los libros es una buena forma de hacer que se interesen por ellos.

Referencias

Vallotton, C. D., Gardner‐Neblett, N., Kim, L., Harewood, T. y Duke, N. K. (2023). Ready for Read‐Alouds: 10 Practices for Book‐Sharing with Infants and Toddlers. The Reading Teacher76(4), 459-469.

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