¿Por qué el término “dislalia” está desactualizado? Una clasificación de los niños que presentan Trastorno de los Sonidos del Habla (Dodd et al., 2018)
Suele usarse el término Trastorno de los Sonidos del Habla (TSH) para definir a aquellos niños que tienen dificultades para producir los sonidos del habla que no se deben a daño neurológico, pérdida auditiva o a aspectos estructurales. Tradicionalmente, se había usado el término “dislalia”. Además, se había empleado “dislalia articulatoria” para errores o distorsiones estables que, a prior, podrían deberse a problemas del niño para aprender los movimientos para articular los sonidos. El término “dislalia fonológica”, por el contrario, se usaba para aquellos errores inconsistentes que reflejan dificultades para representar, aprender y producir los contrastes entre los sonidos de un determinado idioma.
¿Por qué el término dislalia está desactualizado?
Cuando un revisa investigación comprueba que el término dislalia presenta dos problemas. El primero responde al hecho de que no captura la heterogeneidad de los problemas de habla que presentan los niños. Dos clasificaciones relativamente recientes, la Speech Disorders Classification System (Shirberg et al., 2010) y la clasificación de diagnóstico de Dodd (2014) abordan mejor dicha heterogeneidad. El segundo problema del término radica en esa tajante diferenciación entre dislalia fonológica y articulatoria. En un trabajo reciente (Dodd et al., 2018) se encontró que, si bien la mayoría de los errores que los niños presentan son fonológicos, muchos niños presentan errores de ambos tipos.
Los subtipos de TSH de Dodd (2014)
En el año 2014 Bárbara Dodd publicó un modelo para clasificar y describir de forma más precisa al heterogéneo grupo de niños que presentan TSH. El modelo de Dodd se basaba en observaciones hechas en el ámbito clínico y en modelos teóricos sobre el desarrollo y el aprendizaje del habla y de la fonología. Tanto Eecen et al. (2018) como Dodd et al. (2018) validaron parcialmente este modelo en dos trabajos recientes que apoyan que dicha clasificación puede ser de utilidad. El modelo desarrolla cinco subtipos de TSH: (I) retraso fonológico, (II) trastorno fonológico atípico y consistente, (III) trastorno fonológico inconsistente, (IV) trastorno de la articulación y (V) apraxia del habla infantil.
Subtipo I. Retraso fonológico
Estos niños confunden sonidos y tienen patrones de errores fonológicos que son propios de niños más pequeños. Las confusiones que estos niños presentan son estables, pero estimulables, esto es, suelen mejorar ante el modelo correcto dado por el profesional. Intervenciones fonológicas que incorporan contrastes (pares mínimos, oposiciones múltiples y oposiciones máximas) pueden ser de utilidad. En su trabajo, Eecen et al. (2018) encontraron varias cosas interesantes. En primer lugar, cerca del 55% de los niños con TSH evaluados podían incluirse dentro de este subgrupo. En segundo lugar, muchos de estos niños presentaban también errores de corte articulartorio (consistentes y no estimulables).
Subtipo II. Trastorno fonológico atípico y consistente
Los niños presentan errores en el habla que son inusuales (por ejemplo, la eliminación de la primera consonante o la primera sílaba de la palabra). Estos errores son consistentes y precisan de intervenciones que incorporen, por ejemplo, contrastes fonológicos y conciencia fonológica. Eecen et al. (2018) clasificaron al 20% de los niños en este subtipo.
Subtipo III. Trastorno fonológico atípico y consistente
Estos niños presentan errores enormemente inconsistentes, pronunciando la misma palabra de forma diferente en diversas ocasiones. Esto suele atribuirse a que poseen una representación inestable de la fonología de las palabras. Intervenciones que trabajan los objetivos dentro de unidades léxicas, incorporan contrastes y conciencia fonológica pueden ser interesantes. Eecen et al. (2018) clasificaron al 15% de los niños en este subtipo.
Subtipo IV. Trastorno de la articulación
Estos niños suelen cometer sustituciones o distorsiones no apropiadas para su edad. Estas son consistentes y no estimulables tanto en imitación como en producción espontánea. Precisan de intervenciones articulatorias clásicas que enseñen directamente las características articulatorias de los sonidos y transfieran lo aprendido a palabras y frases. Es llamativo que (Eecen et al., 2018) no encontraran a ningún niño con este perfil. Otros autores han reportado que afectaría a cerca del 12% d ellos niños.
Subtipo V. Apraxia del habla infantil
Es un problema menos conocido que afectaría a cerca del 10% de los niños con TSH (Eecen et al., 2018). Implica un habla lenta, dificultad para coarticular los sonidos, mala prosodia y peor desempeño en imitación que en espontáneo.
Conclusiones y una sana prudencia
Difícilmente el modelo de Dodd (2014) tendrá la última palabra en lo relativo a la clasificación de los niños con TSH. Sin embargo, captura mejora la variabilidad de los problemas de habla que los términos tradicionales. Además, los profesionales deben tener, a mi juicio, algunas cosas claras. Una de ellas tiene que ver en que la mayoría de los errores de habla parecen ser de corte fonológico (Dodd et al., 2018) y que, además, muchos niños presentan tanto errores fonológicos como articulatorios (Eecen et al., 2018). La segunda consiste en que los profesionales deben entender la intervención de forma ecléctica. Deben combinar las intervenciones articulatorias clásicas con aquellas de corte más fonológico como las intervenciones de contraste (ej. pares mínimos) o el trabajo de conciencia fonológica.
Referencias
Dodd, B., Reilly, S., Ttofari Eecen, K. y Morgan, A. T. (2018). Articulation or phonology? Evidence from longitudinal error data. Clinical Linguistics & Phonetics, 32(11), 1027-1041.
Dodd, B. (2014). Differential diagnosis of pediatric speech sound disorder. Current Developmental Disorders Reports, 1, 189-196.
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