Frecuencia de escucha, producción y profundidad semántica: tres aspectos importantes en la enseñanza de vocabulario en Educación Infantil

Ya en Educación Infantil el vocabulario es un predictor de la posterior comprensión lectora (Hjletland et al., 2020). Además, parece que los niños con un léxico pobre van, año tras año, agrandando esa brecha respecto a sus iguales. Por ello, autores Burchinal et al. (2022), en una revisión hecha para Whats Works Clearinghouse recomendaban trabajar la enseñanza explícita de entre tres y cinco palabras a la semana en Educación Infantil. Más allá de los métodos específicos para llevar a cabo dicha práctica, parece que algunas cosas como, por ejemplo, que el niño produzca la palabra, la frecuencia con la que se escucha el término o la profundidad semántica con la que se enseña el vocabulario son importantes para que los niños aprendan.


Frecuencia de escucha

Es evidente que los niños no pueden aprender una palabra si no la han escuchado, al menos, una vez. Parece que, de manera general, cuantas más veces escuchen los niños una palabra, más sencillo es que la aprendan (Goodman et al., 2008). Storkel et al. (2017) realizaron una intervención para la enseñanza de vocabulario a través de la lectura de cuentos con niños de cinco y seis años que tenían dificultades en el desarrollo del lenguaje. Los investigadores manipulaban el número de veces que los niños escuchaban la palabra durante la intervención: 12, 24, 36 o 48 veces por sesión. Los autores  encontraron que los niños asignados a la condición de 36 exposiciones aprendían un mayor y significativo número de palabras. Veamos un ejemplo de cómo planificar el número de exposiciones durante una sesión.


Producción

Algunos estudios han descrito que es importante que los niños produzcan la palabra, esto es, la repitan o la pronuncien en una situación de comunicación. Haebig et al. (2021) realizaron un estudio con niños de entre y cuatro y seis años, a los que se asignaba a diferentes condiciones experimentales. Aquellos niños que participaban en la condición que implicaba producir la palabra un mayor número de veces aprendieron una mayor cantidad de vocabulario. Otros estudios han encontrado, además, que puede ser interesante que aparezca una imagen o un referente de la palabra cuando los niños la producen (Heisler et al., 2020). Veamos cómo planificar el número de producciones durante una sesión.


Profundidad semántica

La profundidad semántica hace referencia al detalle con el que se enseña al niño el significado de la palabra. La profundidad semántica puede desarrollarse según Richstmeister et al. (2024) mediante pistas semánticas (dibujos o referentes), la enseñanza explícita de la definición e introduciéndola en narraciones y contextos lingüísticamente significativos. Gladfelter y Goffman (2018) diseñaron un estudio en el que enseñaban vocabulario a niños con y sin autismo de entre 4 y 11 años. Los niños se asignaban a diversas condiciones en las que se manipulaba el grado de profundidad semántica con la que se procesaban las palabras. Aquellos niños asignados a las condiciones donde la profundidad semántica era mayor aprendían un mayor y significativo número de palabras.


Conclusión

Enseñar vocabulario a los niños y que estos lo incorporen a su lenguaje cotidiano no es sencillo y requiere de cierta pericia. Aspectos como manipular la frecuencia con la que los niños escuchan el término, tratar de que estos produzcan la palabra a menudo o enriquecer la profundidad semántica con la que se enseña el léxico puede ser interesante. Se trata de principios útiles que se pueden tener en cuenta a la hora de enseñar a los niños nuevas palabras.

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