Malos comprendedores: niños con dificultades en la comprensión lectora pese a una buena decodificación. Un problema menos visible

Introducción

Suele definirse a los malos comprendedores (en inglés: “poor comprehenders”) como aquellos que, pese a que pueden leer de forma precisa y fluida las palabras escritas, tienen dificultades para comprender lo que leen (Snowling y Hulme, 2011). Por lo tanto, pese a tener unas habilidades de decodificación adecuadas para su edad, estos niños fallan al acceder al significado del texto. Estos niños constituyen un grupo amplio y heterogéneo que parece pasar mucho más desapercibido que aquellos que tienen dificultades para decodificar (Catts et al., 2006). Algunos autores han indicado que no se les presta suficiente atención. Hay algunos trabajos recientes e interesantes al respecto (Kelso et al., 2020).


Situando a los malos comprendedores dentro del modelo de Visión Simple de Lectura

El modelo de Visión Simple de Lectura indica que la comprensión lectora es el producto de dos habilidades básicas: la decodificación y la comprensión del lenguaje (Com.= D x CL). Cada una de estas dos habilidades serían, por sí mismas, necesarias, pero no suficientes para comprender y bastaría con que una de ellas tuviera un valor de 0 para que no hubiera comprensión lectora. Tratemos de localizar a los malos comprendedores en la siguiente imagen. En ella podemos observar, según el modelo, tres tipos de malos lectores: a) los que decodifican mal, pero tienen un buen lenguaje oral (ej. Dislexia -A), b) los que decodifican bien, pero tienen dificultades en la comprensión del lenguaje (véase aquí a los llamados malos comprendedores - D ) y c) los que tienen problemas para decodificar y también para la comprensión del lenguaje (C). Los niños con una buena comprensión estarían situados en la letra B. Aunque este modelo tiene sus limitaciones, las evidencias que lo avalan son amplias (Nation, 2019).


Prevalencia

En un trabajo que suele citarse mucho al respecto, Nation (2010) encontraron una prevalencia de malos comprendedores de un 8,6%. En el estudio participaron 172 niños de 8 años de edad. Para ser considerados malos comprendedores los niños debían mostrar una mala comprensión lectora y unas habilidades de decodificación relativamente adecuadas. Según una pequeña revisión de diversos trabajos hecha por Kelso et al. (2020) parece razonable esperar que” aproximadamente un 7% de los niños de entre 7 y 9 años tengan problemas de comprensión lectora en presencia de adecuadas habilidades para leer de forma precisa y fluida”.

Los problemas para la detección de los “malos comprendedores”

Una de las dificultades que implica la detección de los malos comprendedores es que dichas dificultades no parecen hacerse tan evidentes en los primeros años. Hugh Catts llevó a cabo algunos trabajos pioneros (citados por Hogan et al., 2014) bastante interesantes. El autor encontró, en un estudio longitudinal que siguió a un grupo de niños durante varios años, un 2% de malos comprendedores a los 7-8 años, un 6% a los 9-10 años, un 7,8% a los 13-14 años y un 9,6% a los 15-16 años. Esto es, la cantidad de malos comprendedores parecía aumentar con la edad, conforme los textos se volvían más complejos. ¿Es posible entonces prevenir estas dificultades?

Los malos comprendedores y las dificultades en el desarrollo del lenguaje oral

Un hallazgo muy interesante del anterior trabajo tiene que ver con el hecho de que muchos de estos malos comprendedores tuvieran problemas tempranos en el desarrollo lenguaje oral, esto es, en aspectos relacionados con el desarrollo del vocabulario o la comprensión de frases complejas. De hecho, Catts et al. (2006) encontraron que, del 7,8% de los niños considerados malos comprendedores a los 13 – 14 años, un tercio cumplía los criterios para el diagnóstico de un trastorno del lenguaje en Educación Infantil. Sin embargo, solo un 18% de estos niños había recibido algún tipo de respuesta educativa especializada durante ese tiempo.

En otro trabajo longitudinal más reciente Elwer et al. (2015) encontraron que los 56 ”malos comprendedores” detectados en torno a los 10 años presentaban habilidades lingüísticas reseñablemente más bajas (menor vocabulario, menores habilidades gramaticales, etc.) ya en Educación Infantil. Esto ha llevado a autores como Catts et al. (2016) a valorar incluir cribados tempranos que evalúen el lenguaje oral de los niños en los primeros años y que ayuden a detectar lo antes posible a los potenciales “malos comprendedores”.  Esto parece importante, ya que muchas de estas dificultades pueden pasar desapercibidas para los profesionales, debido a la capacidad de estos alumnos para leer en voz alta de forma precisa y fluida (Kelso et al., 2020).

Prevención en Educación Infantil

Parece muy razonable, en base a lo anterior, diseñar programas educativos que creen una buena base de conocimientos previos y desarrollen de la mejor forma posible el lenguaje oral (vocabulario, habilidades narrativas, habilidades gramaticales) como una forma de reducir los problemas en comprensión lectora ya a edades tempranas. Aunque aun no son demasiados, contamos ya con algunas intervenciones para la mejora del lenguaje oral en Educación Infantil que han demostrado tener, años después,  un pequeño impacto en la comprensión lectora del alumnado que las recibe. Dejamos este asunto para otra publicación, por la complejidad y el interés que el tema despierta.

Intervención educativa para los “malos comprendedores”

A modo de ejemplo, un estudio de intervención muy citada y llevada a cabo con malos comprendedores es el de Clarke et al. (2010). Los autores administraron un cribado sobre 1120 niños de 8 y 9 años para detectar a los posibles “malos comprendedores”. El 7,5% de estos niños fue seleccionado para participar en un estudio controlado y aleatorizado. Resumidamente, los niños que recibieron una intervención que abordaba aspectos como el vocabulario, la comprensión oral, el lenguaje figurado y las habilidades narrativas mejoraron, de forma significativa, la comprensión lectora respecto al grupo control. Se trata de un estudio con detalles interesantes y que dejamos también para otra ocasión.

Referencias

Catts, H. W., Nielsen, D. C., Bridges, M. S. y Liu, Y. S. (2016). Early identification of reading comprehension difficulties. Journal of Learning Disabilities, 49(5), 451-465. https://doi.org/10.1177/0022219414556121 

Clarke, P. J., Snowling, M. J., Truelove, E. y Hulme, C. (2010). Ameliorating children’s reading-comprehension difficulties: A randomized controlled trial. Psychological science, 21(8), 1106-1116.

Elwér, Å., Gustafson, S., Byrne, B., Olson, R. K., Keenan, J. M., & Samuelsson, S. (2015). A retrospective longitudinal study of cognitive and language skills in poor reading comprehension. Scandinavian Journal of Psychology, 56(2), 157-166. 

Kelso, K., Whitworth, A., Parsons, R. y Leitão, S. (2022). Hidden reading difficulties: Identifying children who are poor comprehenders. Learning Disability Quarterly, 45(3), 225-236.

Snowling, M. J. y Hulme, C. (2011). Evidence‐based interventions for reading and language difficulties: Creating a virtuous circle. British Journal of Educational Psychology, 81(1), 1-23.

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