Siguiendo a los niños con dislexia desde su nacimiento hasta los 20 años de edad: un estudio longitudinal en un idioma transparente (Lohvansuu et al., 2021)

La dislexia constituye una dificultad de aprendizaje de origen complejo y multifactorial. Las diferencias individuales que observamos en la lectura se deben a las muy complejas interacciones entre genes y ambiente. La dislexia implica dificultades severas para leer las palabras escritas de forma precisa y fluida. Conlleva, a su vez, problemas en la escritura y no debe estar causada por problemas socioemocionales o discapacidad intelectual o sensorial. Hay un enorme debate en torno a su definición (Elliott, 2020). No obstante, la dislexia constituye un problema frecuente asociado a dificultades académicas, laborales y de salud mental. Veamos un estudio de referencia al respecto.

El conocido estudio longitudinal de Jyväskylä

Es una de las investigaciones más conocidas en el estudio de la dislexia. Para su exposición seguiremos el reciente trabajo de Lohvansuu et al. (2021). Este estudio tuvo lugar en Finlandia y siguió a 108 niños en riesgo de dislexia desde su nacimiento hasta que estos cumplieron 20 años de edad. Para que los niños fueran considerados en riesgo, al menos uno de sus progenitores debía presentar dislexia, ya que sabemos que esta dificultad tiene cierta carga hereditaria. El desarrollo de los 108 niños en riesgo de dislexia se comparó con el de 92 niños que no presentaban riesgo. Al haberse realizado en un idioma transparente, en el que las relaciones entre letras y sonidos es estable, nos es de gran interés.

Hallazgos sobre el diagnóstico de la dislexia

El primer hallazgo señala que, con puntos de corte muy rígidos (por debajo del percentil 10 en tareas de lectura), hay inestabilidad en el diagnóstico. A los 8 años, 38 niños del grupo de riesgo (35,8%) y 9 niños del grupo sin riesgo (9,8%) presentaban dislexia. El número total de niños con dislexia se incrementó hasta los 55 a los 14 años. Se encontraron tres grupos: a) el grupo persistente (22 niños), que cumplía los criterios para el diagnóstico a los 8 y también a los 14 años, b) el grupo de emergencia tardía (18 niños), que no cumplía los criterios a los 8, pero que sí cumplía los criterios para tener dislexia a los 14 y c) el grupo resuelto (15 niños), que cumplía los criterios a los 8, pero ya no a los 14. Hoy se recomienda no usar puntos de corte rígidos para el diagnóstico.

Hallazgos relacionados con aspectos lingüísticos y cognitivos

El estudio trató de encontrar marcadores tempranos que permitieran detectar el riesgo futuro de presentar dislexia. Los autores encontraron que a los 3,5, a los 4,5 y a los 5,5 años el conocimiento de las letras, la velocidad de denominación y la conciencia fonológica predecían el riesgo de dislexia a los 8 años. Estas tres variables, junto a los antecedentes familiares, explicaban el 35% de las diferencias individuales en lectura. La conciencia fonológica era más  importante en una etapa inicial del aprendizaje de la lectura, e influía más en la adquisición de la escritura. Dentro del grupo de niños en riesgo, aquellos que iban a presentar dislexia parecían tener un peor lenguaje ya a los 2.5 años.

Hallazgos relacionados con subgrupos de malos lectores

Los autores encontraron tres grupos de niños con dislexia: 1) Grupo “disfluente” o con dificultades en la fluidez: estos niños se caracterizaban por una lectura enormemente lenta. A edades tempranas presentaban baja velocidad de denominación y un pobre vocabulario. 2) Grupo declinante: niños que iban presentando puntuaciones cada vez más bajas en velocidad de denominación y conciencia fonológica durante la etapa de Educación Infantil y que acababan presentando dislexia. 3) Grupo inesperado: los niños acababan presentando dislexia, pese a que no mostraban indicadores de riesgo en Educación Infantil más allá de un bajo conocimiento de las letras.

Factores ambientales

Los autores encontraron que las lecturas compartidas que los padres llevaban a cabo en el hogar estaban relacionadas con el nivel de lenguaje oral de los niños y se asociaban, años después, a una buena comprensión lectora. Los autores encontraron que aquellos niños con dificultades en la lectura a los 7 y 8 años presentaban, de manera general, niveles más bajos de actividades tempranas de lectura compartida en el hogar. Además, las actividades llevadas a cabo por las familias en las que se focalizaban en aspectos del texto predecían el conocimiento de las letras a los 3.5 y a los 6.5 años. Pese a todo lo anterior, el grupo de niños en riesgo de dislexia no tuvo un peor ambiente alfabetizador temprano.

Aspectos atencionales

El grupo de niños que presentaría después dislexia mostraba, ya antes de ser escolarizado y de forma general, puntuaciones significativamente más bajas en tareas relacionadas con sus habilidades atencionales. Dichas dificultades son interesantes. Pueden favorecer que los niños permanezcan menos focalizados en las tareas de lectura y aprovechen menos las experiencias tempranas de alfabetización. De hecho, una de las hipótesis habituales es que los problemas atencionales aumentan las dificultades que ocasiona el tener, por ejemplo, unas malas habilidades fonológicas. En todo caso, muchos de los niños que presentarían más tarde dislexia mostraban mayores problemas que sus iguales para focalizarse y persistir en tareas que demandaban un elevado grado de atención.

Conclusiones

No conviene ver la dislexia de una forma determinista. Parece que los niños que la presentan heredan de sus progenitores una cierta predisposición a presentar problemas en la lectura. Lo anterior interactúa con numerosos factores ambientales e instruccionales, relativos al contexto del niño y a sus experiencias tempranas de alfabetización. Por ello, no es de extrañar que algunos de los modelos recientes más conocidos entiendan la dislexia como un problema probabilístico y multicausal (Pennington et al., 2019). La buena noticia es que aquellas decisiones que mejoren los ambientes de alfabetización tempranos tanto en la familia como en los centros educativos pueden tener un impacto positivo en las vidas de estos niños y niñas.

Referencias

Lohvansuu, K., Torppa, M., Ahonen, T., Eklund, K., Hämäläinen, J. A., Leppänen, P. H., & Lyytinen, H. (2021). Unveiling the mysteries of dyslexia—Lessons learned from the prospective Jyväskylä longitudinal study of dyslexia. Brain sciences, 11(4), 427.

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