Intervención a través de la lectura de cuentos en Educación Infantil para la mejora del vocabulario en niños con problemas en el desarrollo del lenguaje. Graduando el número de exposiciones.

Sabemos que el desarrollo del vocabulario a edades tempranas es clave. Es un fuerte predictor de la posterior comprensión lectora (Catts et al., 2002) y se relaciona con la adquisición de las habilidades numéricas básicas (Hornburg et al., 2018). Además, parece que aquellos niños con déficits de vocabulario van agrandando una brecha que ya es enorme para los 8 o 9 años (Bienmiller y Slomin, 2001).

Las intervenciones a través de la lectura de cuentos para la mejora del vocabulario en Educación Infantil son un clásico. Suelen basarse en principios instruccionales que combinan la instrucción explícita y directa con el aprendizaje implícito, como indican los metaanálisis de enseñanza de vocabulario en Educación Infantil (Marulis y Neuman, 2010). Se han llevado a cabo en grupo clase con altos tamaños de efecto (Silverman., 2007) y también en niños con bajos niveles socioeconómicos que presentaban mal vocabulario (Justice et al., 2005). Sin embargo, los niños con problemas de lenguaje (TEL/TDL) pueden necesitar ajustes específicos para aprender vocabulario en estas intervenciones, puesto que estos niños aprenden menos palabras que sus iguales cuando se exponen a las mismas situaciones (Gray, 2004).

Para estudiar esto Storkel et al. (2017) llevaron a cabo un trabajo en el que trataron de indagar cuantas exposiciones necesitarían niños con problemas de lenguaje en Educación Infantil para aprovechar una intervención basada en la lectura de cuentos cuyo fin era la mejora del vocabulario. Se basaron en la intervención previa de Justice et al. (2005) que dividía la enseñanza en tres fases. A) Prelectura: se enseñaba al niño la palabra y su definición con un apoyo visual. B) Lectura: al llegar a la frase dónde estaba la palabra se señalaba, se buscaba un sinónimo y se relacionaba con la ilustración del cuento. C) Post-lectura: se usaba la frase en un contexto diferente al de la lectura. 

Las sesiones eran individuales, duraban un total de 30 minutos y la intervención duró entre 5 y 8 semanas. Se eligieron 60 palabras a enseñar de diez cuentos diferentes (6 de cada cuento). Había un total de 16 nombres, 25 verbos y 19 adjetivos. Los criterios para elegir palabras altamente funcionales estaban basados en los criterios de Beck et al. (2002) que pueden verse en esta otra entrada del blog https://dificultadesespecificasdelaprendizaje.blogspot.com/2021/02/la-ensenanza-de-vocabulario-en-ninos.html .

Sin embargo, lo realmente interesante es que Storkel et al. (2017) asignaron aleatoriamente a los niños con problemas de lenguaje (contrabalanceados en diferentes dificultades relacionadas con aspectos fonológicos y semánticos) a cuatro condiciones:

  • Grupo 12 exposiciones (n=5). Los niños se exponían una vez a la palabra en la prelectura, otra en la lectura y otra en la post-lectura. Revisaban el cuento 4 veces durante las semanas que duraba la intervención (3x4).
  • Grupo 24 exposiciones (n=7). Los niños se exponían una vez a la palabra en la prelectura, dos veces en la lectura y una vez en la post-lectura. Revisaban el cuento 6 veces durante las semanas que duraba la intervención (4x6).
  • Grupo 36 exposiciones (n=7). Los niños se exponían dos veces a la palabra en la prelectura, dos veces en la lectura y dos veces en la post-lectura. Revisaban el cuento 6 veces durante las semanas que duraba la intervención (6x6).
  • Grupo 48 exposiciones (n=7). Los niños se exponían dos veces a la palabra en la prelectura, dos veces en la lectura y dos veces en la post-lectura. Revisaban el cuento 8 veces durante las semanas que duraba la intervención (6x8).

Un observador externo valoró la fidelidad de la intervención para comprobar que se implementaba tal y como había sido diseñada.

Resultados

Para juzgar el éxito en la intervención los autores usaron como criterio cuántos niños habían alcanzado los niveles medios de aprendizaje de Justice et al. (2005) para niños que no tenían problemas de lenguaje. Para constatarlo se administraron dos tipos de pruebas:

  • De aspectos semánticos: en esta prueba se valoraba el uso y definición de las palabras instruidas. Ninguno de los niños que componían el grupo que había estado expuesto 12 veces a las palabras consiguió los aprendizajes esperados (0%). Lo hizo el 29% de los niños expuestos 24 veces, el 49% de los niños expuestos 36 veces y, sorprendentemente, el 29% de los niños expuestos 48 veces.
  • De aspectos fonológicos: en esta prueba el niño tenía que recuperar el nombre de la palabra. El 60% de los niños que componían el grupo que había estado expuesto 12 veces a las palabras consiguió los aprendizajes esperados. De los niños expuestos 24 veces lo consiguió el 63%. Lo consiguió el 86% de los niños expuestos 36 veces y, por último, el 71% de los niños expuestos 48 veces.

Pese a que los grupos son pequeños y poco extrapolables a otras realidades, parece que los niños tenían que estar expuestos 36 veces a la palabra para aprender de forma óptima aspectos fonológicos y semánticos relacionados con ella. No observándose una mejora lineal al subir el número de exposiciones de 36 a 48.

Conclusiones

Más allá de los resultados concretos, estos estudios son muy llamativos porque tratan de estudiar aspectos instruccionales y prácticos para enseñar mejor a niños en riesgo, como lo son aquellos que presentan problemas en el lenguaje. Se preguntan los autores algunos aspectos muy interesantes como, por ejemplo, si es posible mejorar los resultados de la intervención tratando de que los niños evoquen las palabras en algunas ocasiones, ya que es una intervención muy pasiva y la evocación se relaciona con aprendizajes más sólidos. Además, se plantean que quizás espaciando más la repetición de los cuentos pueda ser útil, debido a los potenciales beneficios de la práctica distribuida. Ideas interesantes, en definitiva, para adquirir conocimiento que pueda mejorar la atención educativa a estos grupos de niños cuya falta de vocabulario les lleva a situaciones de vulnerabilidad.

Referencias

Justice, L. M., Meier, J., & Walpole, S. (2005). Learning new words from storybooks: An efficacy study with at-risk kindergartners Language, Speech, and Hearing Services in Schools, 36, 17–32.

Storkel, H. L., Voelmle, K., Fierro, V., Flake, K., Fleming, K. K., y Romine, R. S. (2017). Interactive book reading to accelerate word learning by kindergarten children with specific language impairment: Identifying an adequate intensity and variation in treatment response. Language, speech, and hearing services in schools, 48(1), 16-30.


Comentarios

  1. Gracias por compartir tan interesante investigación. Como siempre, los temas que presentas son de gran utilidad para mejorar las intervenciones.

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